BAFICI 2012 - ANÁLISIS DOBLE
LA ARAÑA VAMPIRO
El viaje a la montaña
La historia parte con una cita de de J. Kerouac, un haiku cuya idea es algo así como: ir a la montaña, encontrar al maestro y volver a la ciudad. Este film tiene una relación muy similar a la estructura de un haiku: se trata de una historia simple, poética y simbólica en la cual la montaña es la gran metáfora fundante.
LA ARAÑA VAMPIRO
El viaje a la montaña
La historia parte con una cita de de J. Kerouac, un haiku cuya idea es algo así como: ir a la montaña, encontrar al maestro y volver a la ciudad. Este film tiene una relación muy similar a la estructura de un haiku: se trata de una historia simple, poética y simbólica en la cual la montaña es la gran metáfora fundante.
Jerónimo (interpretado por Martín Piroyansky) es un chico con problemas psicológicos y su padre (Alejandro Awada) quiere pasar un tiempo con él en una cabañita en las sierras de Córdoba. La primera noche, a Jerónimo lo pica una araña y es así como comienza su aventura en la montaña. Lo acompaña Ruiz, un borracho que lo guía para poder encontrar otra araña que lo pique, y así, salvarse de morir.
Es una historia que lo tiene todo para ser buena, pero no llega a serlo. Se queda perdida en la improvisación y en el deslumbramiento de una primera reflexión. La idea está buenísima y cargada de simbolismo: lo que te quiere matar es lo que te puede salvar. La historia transcurre en un lugar especial, tiene ese algo y los personajes están muy bien elegidos desde el casting (salvo Ruiz, el borracho campesino que físicamente funciona, pero que decae en una actuación poco creíble, como son sus murmullos a lo largo de la subida a la montaña).
Martín Piroyansky en una de las escenas del film. |
Jerónimo se nos presenta interesante, un joven especial que se gana la complicidad del espectador, pero no genera algo mucho más profundo, ya que como personaje, no tiene otro objetivo que encontrar la araña. Esta falta de objetivo es otro de los factores por el cual se genera el tedio de la película. A esto se le añade una música al estilo Secreto en la montaña (2005), una guitarrita que a la mitad de la película uno ruega que cambie... y cuando finalmente cambia, tampoco le favorece. Sin embargo hay momentos muy bien logrados y son justamente cuando pasa algo más allá del caminar.
En la escena de noche en la montaña, Jerónimo cambia su rol de victima para ayudar a Ruiz, que llora y delira, espantando a los fantasmas con una antorcha, todo de noche con un gran fuego en el medio. Es entonces cuando la imagen se carga de una intensidad bella. Otro momento cautivador es la escena de la cueva y las arañas, impregnada de suspenso: una iluminación de altos contrastes y en clave baja junto a los ruiditos de las arañas que se vienen acercando generan tensión y nos envuelven en la historia. Además los foleys (todos los sonidos que no son música) están increíblemente logrados, llama la atención la representación entre cada ruidito y movimiento.
Otra dimensión interesante es la analogía entre la montaña cada vez más deforestada -que se le hace mucho hincapié a lo largo de la película- y el dolor de Ruiz. Es
como si el dolor provocado por el capitalismo que invade la montaña explicara su alcoholismo.
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