Apuntes
de una película
La
última película del portugués Miguel Gomes es una historia interesante y poco
predecible que genera un lenguaje propio y dialoga con él, pero más que una
película pareciera ser un apunte, un pastiche, el recorrido de un director en
busca de algo. El film no se termina de cerrar y queda una mezcolanza de
situaciones, de narración, de formas y de ideas. Sin embargo la manera de
narrar la historia es muy espontánea y sin pretensiones, eso se agradece. El
título Tabú es atrayente, pero lástima que es un nombre que le quedó grande a la
película. Tabú sigue siendo lo mismo
que podría ser una telenovela: el amor secreto y la muerte.
La
historia se divide en dos espacios binarios y, a su vez, complementarios entre
sí. El
primero transcurre en el presente y principalmente entre tres personajes: Pilar,
una mujer “buena”, su vecina Aurora, una vieja solitaria y adicta al juego y
Santa, la empleada de origen africano. El personaje de Santa es el más interesante,
ya que mantiene el misterio de la historia, pero sin desarrollarse más allá. Lamentablemente,
y eso sucede seguido en esta película, quedan historias a medio camino como en
el caso de la joven polaca o del pintor. Parece una historia con déficit
de atención que se va hacia otros lugares dejando muchos espacios inconclusos.
Muchas veces el film peca de una fotografía descuidada y encuadres simples, de planos realizados rápidamente, como si fueran improvisados, sin buscar algo más allá en su construcción. Incluso, pareciera ser que hay dos directores de fotografía en la peli, uno básico y otro con un concepto de iluminación mucho más desarrollado, que logra generar más profundidad y significado, especialmente después de la primera hora del film. La película está filmada en blanco y negro sin una clara justificación lo que no aporta a la narración ni a la historia, haciéndola ver más vieja de lo que es. Santa, la empleada, lee un cuento de Robinson Crusoe y Aurora habla de cocodrilos. Este es un pie para la segunda parte del film, que transcurre en el continente africano, en Mozambique.
El amor prohibido es uno de los temas centrales de la segunda parte del film. |
Muchas veces el film peca de una fotografía descuidada y encuadres simples, de planos realizados rápidamente, como si fueran improvisados, sin buscar algo más allá en su construcción. Incluso, pareciera ser que hay dos directores de fotografía en la peli, uno básico y otro con un concepto de iluminación mucho más desarrollado, que logra generar más profundidad y significado, especialmente después de la primera hora del film. La película está filmada en blanco y negro sin una clara justificación lo que no aporta a la narración ni a la historia, haciéndola ver más vieja de lo que es. Santa, la empleada, lee un cuento de Robinson Crusoe y Aurora habla de cocodrilos. Este es un pie para la segunda parte del film, que transcurre en el continente africano, en Mozambique.
Se
narra la historia de Aurora 50 años atrás. Vemos a los personajes hablando sin
escucharlos y un narrador omnisciente con voz en off (que a veces se mezcla con
las voces de los personajes cuando leen cartas) nos cuenta la historia. Es muy interesante
el recurso, acertado hasta un punto pero que se vuelve agotador y fastidioso, un
poco largo y monótono. En esta segunda parte los planos son aún más
improvisados que en el comienzo y lo que podría ser una buena idea genera
vacíos en la historia, un relleno sin una intención. Es como si todo se hubiese
hecho sobre la marcha, quizá las experimentaciones debería habérselas guardado
y elegir una historia más preparada para contarla después.
Entre
este pastiche de los dos tiempos, del sonido en mudo, del blanco y negro, de dibujos
sobre la imagen (como cuando Aurora y su amante ven cocodrilos o monos sobre
las nubes) genera en el espectador risa y un
distanciamiento innecesario con el film. Nuevamente, se agradece el juego y la
espontaneidad, pero al tratar de poner todo en uno genera un film tedioso sin
una dirección clara del director, en vez de ser un film fascinante, generando
en el espectador una perdida de energía innecesaria.
Como
lo explica el director, los dos espacios se generan por oposición, como en los
film de Murnau: campo/ciudad o día/noche. Las oposiciones también se observan en
torno a personajes (viejos en la primera historia y jóvenes en la segunda), a
épocas (época poscolonial portuguesa y la de África colonizada), y a
sentimientos (la soledad mientras que en la segunda reina el amor). Además,
la segunda parte es un regalo a los personajes de la primera; a los personajes
solitarios y monótonos se les otorga una aventura, un juego peligroso y
apasionado.
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